El Golfo de Suez, considerado durante mucho tiempo un intento fallido de crear un nuevo océano, todavía se está ampliando activamente, aunque a un ritmo glacial. Una nueva investigación confirma que esta frontera geológica crítica entre África y Asia continúa alejándose aproximadamente 0,5 milímetros cada año, desafiando los modelos geológicos convencionales.
La historia convencional: una ruptura que fracasó
Hace unos 28 millones de años, la placa tectónica árabe comenzó a separarse de la placa africana, iniciando la formación de lo que se convertiría en el Golfo de Suez. Este proceso normalmente conduce al nacimiento de una nueva cuenca oceánica, como se ve en el Mar Rojo. Sin embargo, hace aproximadamente 5 millones de años, la ruptura pareció detenerse, dejando a Suez como un golfo en lugar de un océano completamente formado.
Durante décadas, esta ha sido la narrativa aceptada. Sin embargo, pistas sutiles sugerían lo contrario: antiguos arrecifes de coral levantados, actividad sísmica menor y deformación localizada del suelo. Estas anomalías insinuaban un movimiento tectónico en curso, aunque extremadamente lento.
Nueva evidencia: una brecha que se está desacelerando, pero que no ha fracasado
Una investigación reciente, publicada en Geophysical Research Letters, desafía la designación de “rift fallida”. Los científicos analizaron la topografía, los cursos de los ríos y la elevación de los antiguos arrecifes de coral a lo largo de la zona del rift de 300 kilómetros. La evidencia revela un patrón constante de estiramiento continuo, a pesar de una desaceleración significativa hace unos 5 millones de años.
El hallazgo clave es que el Golfo de Suez no es un accidente geológico estático. Más bien, se trata de una brecha que se desacelera y que continúa separándose, aunque a un ritmo comparable a la extensión que se produce en la provincia de Basin and Range, en el oeste de Estados Unidos.
Por qué esto es importante: más allá de los libros de texto
Las implicaciones de este descubrimiento se extienden más allá del debate académico. La continua, aunque lenta, ruptura sugiere que el Golfo de Suez puede ser más propenso a la actividad sísmica de lo que se creía anteriormente. La inestabilidad tectónica de la región, subestimada durante mucho tiempo, podría representar un peligro subestimado.
Además, los hallazgos obligan a reevaluar otras de las llamadas “fracciones fallidas” en todo el mundo. Si la fractura de Suez no se ha detenido realmente, otras regiones etiquetadas como inactivas aún pueden albergar fuerzas tectónicas ocultas.
La persistencia de las fuerzas tectónicas
El autor principal del estudio, David Fernández-Blanco, enfatiza que los cambios en los límites de las placas no necesariamente detienen por completo la ruptura. Las fuerzas que impulsan estos procesos son más complejas y persistentes de lo que sugiere el simple movimiento de las placas. Incluso cuando la acción tectónica se desplazó hacia el Mar Muerto, el Golfo de Suez siguió expandiéndose, aunque a un ritmo menor.
Esta investigación subraya la naturaleza dinámica de los sistemas tectónicos de la Tierra. La corteza del planeta no se está simplemente rompiendo o estabilizándose; está en constante estado de adaptación, con movimientos lentos y persistentes que dan forma a los paisajes a lo largo de millones de años.
El Golfo de Suez sirve como un crudo recordatorio de que incluso las características geológicas aparentemente inactivas pueden albergar fuerzas ocultas, desafiando nuestra comprensión de la superficie en constante evolución de la Tierra.
