¿Pueden nuestras bacterias intestinales guardar el secreto para una vida más larga?

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Un estudio innovador sugiere que la manipulación de las bacterias que viven en nuestro sistema digestivo podría ser la clave para prolongar la vida útil, ofreciendo un enfoque novedoso para el desarrollo de fármacos. Investigadores del Janelia Research Campus han descubierto una forma de reprogramar esencialmente estos microbios, convirtiéndolos en pequeñas fábricas que producen compuestos que se sabe que promueven la longevidad.

El equipo, dirigido por el líder senior del grupo Meng Wang, se centra en comprender los mecanismos detrás del envejecimiento y buscó aplicaciones prácticas para los hallazgos de su investigación. Su idea innovadora era aprovechar el microbioma intestinal, la vasta comunidad de bacterias que residen en nuestros intestinos y que producen una amplia gama de compuestos. Estas bacterias podrían potencialmente ser “entrenadas” para fabricar metabolitos específicos que se sabe que benefician la salud del huésped, particularmente aquellos relacionados con la longevidad.

Esta estrategia comenzó con el ácido colánico, una sustancia producida naturalmente por ciertas bacterias intestinales y que anteriormente se había demostrado que prolongaba la vida útil tanto de los gusanos redondos como de las moscas de la fruta.

El equipo de Wang descubrió que la exposición de estas bacterias a dosis bajas del antibiótico cefaloridina las llevaba a producir en exceso ácido colánico. Sorprendentemente, los gusanos redondos tratados con cefaloridina mostraron una esperanza de vida significativamente mayor en comparación con los controles no tratados. Este éxito inicial allanó el camino para futuras investigaciones en mamíferos.

En ratones, la administración de dosis bajas de cefaloridina desencadenó cambios dentro de una sección específica del código genético de las bacterias intestinales responsable de sintetizar el ácido colánico. Esto dio lugar a cambios notables en los procesos metabólicos relacionados con la edad: los ratones macho vieron mejoras en sus perfiles de colesterol (aumento del colesterol “bueno” y disminución del colesterol “malo”), mientras que las hembras experimentaron reducciones en los niveles de insulina.

La ventaja clave de este enfoque radica en la característica única de la cefaloridina: no se absorbe en el torrente sanguíneo cuando se toma por vía oral. Esto significa que se dirige directamente al microbioma intestinal sin afectar otros sistemas corporales, eliminando eficazmente el riesgo de efectos secundarios sistémicos y la toxicidad que a menudo se asocian con los medicamentos.

Esta investigación ofrece una visión tentadora de un futuro en el que la manipulación dirigida del microbioma intestinal podría convertirse en una herramienta poderosa en la lucha contra las enfermedades relacionadas con la edad y, potencialmente, incluso extender la esperanza de vida humana. Será crucial realizar más investigaciones para comprender completamente las implicaciones a largo plazo y las posibles aplicaciones de este descubrimiento innovador.