Reescribiendo recuerdos: cómo los científicos aprendieron a controlarlos en roedores

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Reescribiendo recuerdos: cómo los científicos aprendieron a controlarlos en roedores

¿Podemos alterar recuerdos no deseados? Un proyecto reciente del neurocientífico Steve Ramírez y sus colegas ofrece una visión fascinante del potencial para controlar artificialmente los recuerdos en roedores, lo que ofrece esperanza para futuros tratamientos para la ansiedad y la depresión. Este relato reescrito, adaptado de “Cómo cambiar una memoria” de Ramírez (Princeton University Press, 2025), detalla la investigación innovadora y su importancia personal.

El peso de la ansiedad y la búsqueda de alivio

Sentimientos como la ansiedad, aunque a menudo invisibles para los demás, son una parte ineludible de la experiencia humana. Regularmente nos enfrentamos a factores estresantes (una entrevista de trabajo, un próximo examen, una primera cita) y nuestro cerebro nos prepara naturalmente para diversos resultados. Si bien esta vigilancia es saludable y fomenta la preparación y el trabajo duro, puede volverse debilitante cuando la ansiedad se vuelve abrumadora y puede provocar problemas de salud mental. La amplia gama de desencadenantes y experiencias que contribuyen a la ansiedad subraya la naturaleza compleja e individualizada de la memoria, destacando su papel crucial en la configuración de nuestro estado emocional.

El viaje personal de Ramírez influyó profundamente en su investigación. Ser testigo de la lucha de su madre contra los ataques de pánico lo impulsó a explorar un enfoque directo y con base científica para aliviar condiciones tan debilitantes. Él y su equipo pretendían activar artificialmente recuerdos positivos para contrarrestar los síntomas de ansiedad y depresión.

Un enfoque de la memoria centrado en el cerebro

El núcleo del proyecto consistía en influir directamente en el cerebro para restablecer el equilibrio. Ramírez y su compañero de laboratorio, Xu Liu, intentaron controlar los recuerdos en roedores, inspirándose en la investigación psicológica sobre el “efecto destructivo de las emociones positivas” realizada por Barbara Fredrickson y sus colegas. Esta investigación demostró que las emociones positivas pueden contrarrestar fisiológicamente los impactos negativos del estrés en el cerebro y el cuerpo.

Restaurar el equilibrio a través de recuerdos positivos

Para probar este concepto, Ramírez y Liu diseñaron un experimento con roedores. Los animales fueron colocados en una caja con dos válvulas: una dispensaba agua azucarada y la otra suministraba agua normal. Por lo general, los roedores muestran preferencia por el agua azucarada, pero aquellos que exhiben comportamientos similares a la ansiedad o la depresión a menudo demuestran una preferencia aleatoria entre las dos válvulas.

La innovación crucial del equipo de investigación fue utilizar la optogenética (una técnica que utiliza la luz para controlar neuronas genéticamente modificadas) para reactivar recuerdos positivos. Al apuntar a las células del hipocampo, una región del cerebro vital para la memoria, podrían “despertar” estos recuerdos. Como dice Ramírez, era una “magdalena proustiana elegante y de alta tecnología”, que evocaba los ricos recuerdos del pasado.

El efecto fue notable. Cuando el láser estimuló recuerdos positivos, los ratones se animaron, escanearon su entorno y eligieron rápidamente la válvula con agua azucarada. En una hora, la reactivación de los recuerdos positivos restableció el comportamiento de los animales a un nivel básico saludable, y también activó áreas del cerebro asociadas con la recompensa y la motivación.

Beneficios a largo plazo y un camino a seguir

Investigaciones adicionales, dirigidas por la estudiante Briana Chen, revelaron resultados aún más impresionantes. La reactivación crónica de recuerdos positivos dos veces al día durante aproximadamente una semana no solo alivió los síntomas de ansiedad y depresión, sino que también promovió el crecimiento de nuevas células en el cerebro, lo que demuestra beneficios tanto a corto como a largo plazo.

Inspirándose en los Criterios de dominio de investigación (RDoC), un enfoque neurocéntrico para el tratamiento de la salud mental, el equipo imaginó combinar sus hallazgos biológicos con terapias cognitivo-conductuales para desarrollar intervenciones más efectivas.

Una memoria personal y el poder de la conexión

Ramírez también recurre a experiencias personales para ilustrar el poder de los recuerdos positivos. Relata un recuerdo de la infancia con su madre, un momento crucial en el que juntos superaron su miedo a las alturas saltando al estanque de un pueblo en El Salvador. Esta memoria, rica en componentes cognitivos y emocionales, encarna el potencial de los recuerdos para remodelar nuestras perspectivas y proporcionar una fuerza duradera.

Los recuerdos positivos son algunas de las herramientas biológicas más poderosas disponibles en nuestro cerebro.

La investigación de Ramírez ofrece una visión fascinante de las posibilidades de manipular la memoria para mejorar el bienestar mental, subrayando la profunda conexión entre la memoria, las emociones y la salud del cerebro. En última instancia, el estudio destaca el potencial de aprovechar los propios recursos del cerebro para aliviar el sufrimiento y promover la resiliencia.