Brasil está apostando por una nueva estrategia económica: convertir la biodiversidad de la selva amazónica en “superalimentos” comercializables y productos sostenibles. Este impulso tiene como objetivo equilibrar la protección ambiental con el desarrollo económico regional, presentando un modelo potencial sobre cómo aprovechar los recursos naturales sin repetir patrones de deforestación pasados.
La promesa de la riqueza sin explotar
Durante décadas, el Amazonas ha sido explotado para obtener madera, ganadería y agricultura, lo que ha provocado importantes pérdidas de bosques y emisiones de carbono. Brasil ahora está intentando un cambio. Empresas como Mahta son pioneras en la extracción y procesamiento de frutas menos conocidas como cupuaçu, taperebá y bacaba, ingredientes ricos en antioxidantes, fibra y grasas saludables. El objetivo es crear una “bioeconomía” donde la recolección y el procesamiento sostenibles generen ingresos para las comunidades locales y al mismo tiempo preserven la selva tropical.
Del bosque al mercado: el desafío de la escala
El concepto es simple: transformar los recursos no explotados del Amazonas en productos de alto valor para los mercados globales. La clave está en las técnicas de conservación. La liofilización de frutas crudas en polvo permite un envío eficiente y mantiene el valor nutricional, manteniendo los beneficios económicos dentro de Brasil. Sin embargo, ampliar este modelo presenta desafíos. El açaí, una baya antes desconocida, ahora alcanza precios elevados en los mercados occidentales (hasta 13 dólares por un tazón de batido en Londres). Si la demanda se dispara, la expansión de la producción podría desencadenar los mismos problemas de deforestación que Brasil está tratando de evitar.
Agrosilvicultura y medios de vida sostenibles
El éxito de esta bioeconomía depende de proporcionar alternativas viables a las prácticas destructivas. La agrosilvicultura, donde se cultiva café o cacao junto con árboles nativos, es un enfoque. La empresa de Sarah Sampaio en la región de Apui demuestra cómo los agricultores pueden restaurar los bosques manteniendo sus ingresos. Al plantar árboles nativos junto a los cultivos, se crea sombra, se mejora la salud del suelo y se proporciona un beneficio ecosistémico a largo plazo.
La Bioeconomía en el Plan Climático de Brasil
El plan nacional de acción climática de Brasil destaca fuertemente la bioeconomía. El país aspira a cuadriplicar el uso de biocombustibles para 2035, lo cual es controvertido ya que podría conducir a una expansión insostenible de las plantaciones de caña de azúcar o madera. La clave, subrayan los expertos, es una regulación estricta.
Salvaguardias necesarias para el crecimiento sostenible
Ana Yang, directora del Centro de Medio Ambiente y Sociedad de Chatham House, advierte que no todas las transiciones biológicas son beneficiosas. Si destruyen hábitats o carecen de responsabilidad social, no abordan los problemas originales. Una regulación sólida, la transparencia y la participación de la comunidad son cruciales para garantizar la sostenibilidad.
El futuro de los recursos amazónicos
La estrategia de bioeconomía de Brasil no es una solución mágica, pero representa un cambio potencial hacia la gestión sostenible de los recursos. El éxito de este enfoque depende de ampliar las prácticas sostenibles, hacer cumplir regulaciones estrictas y garantizar que los beneficios económicos se compartan equitativamente con las comunidades locales. Si tiene éxito, este modelo podría proporcionar un modelo para otras regiones que busquen equilibrar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente.






























