Durante más de cinco décadas, Richard Binzel ha estado rastreando diligentemente asteroides potencialmente peligrosos, observando la inmensidad del espacio en busca de amenazas celestiales a nuestro planeta. Su dedicación a esta tarea le llevó a desarrollar la escala de Turín, un sistema que clasifica el peligro potencial de los objetos cercanos a la Tierra (NEO) en función de su probabilidad de chocar contra la Tierra y la posible devastación que dicho impacto podría causar.
A principios de 2023, el asteroide 2024 YR4 alcanzó brevemente el nivel 3 en esta escala (la calificación más alta para una roca espacial en dos décadas), lo que encendió momentáneamente la preocupación pública sobre una catástrofe cósmica inminente. Si bien 2024 YR4 finalmente resultó ser una falsa alarma, Binzel, un científico planetario del MIT, nos asegura que eventos tan dramáticos son extremadamente raros y probablemente no desembocarán en escenarios catastróficos durante nuestra vida o incluso la de nuestros nietos.
Binzel habló con New Scientist sobre los desafíos y recompensas de la caza de asteroides, las verdaderas probabilidades de un impacto devastador y el futuro de la defensa planetaria, un campo cada vez más crítico a medida que mejoramos en la detección de estos visitantes potencialmente peligrosos desde el espacio.
De la curiosidad pública a la preocupación científica:
Cuando Binzel comenzó su carrera en la década de 1970, la percepción pública de los asteroides difería mucho de la conciencia actual. Trabajó con el geólogo pionero Eugene Shoemaker, quien entendió que los cráteres de impacto de la Tierra eran restos de antiguas colisiones de asteroides. Mientras se desarrollaba esta comprensión científica, el interés público seguía siendo en gran medida desdeñoso.
“Fue un factor de risa”, recuerda Binzel. Sin embargo, el descubrimiento de la capa límite K-T en 1980 (evidencia geológica que apunta al impacto del asteroide de Chicxulub que acabó con los dinosaurios) sirvió como una llamada de atención tanto para los científicos como para el público en general. Este cambio de conciencia impulsó iniciativas como el libro Cosmic Catastrophes de Clark Chapman y David Morrison, cuyo objetivo era educar al público sobre la verdadera amenaza que representan los asteroides.
Creando un lenguaje para el riesgo:
Motivado por la necesidad de una comunicación clara sobre posibles impactos de asteroides, Binzel desarrolló el Índice de Peligro de Objetos Cercanos a la Tierra (más tarde rebautizado como escala de Turín) en la década de 1990. Este sistema utiliza una calificación sencilla de 0 a 10 para transmitir la probabilidad de que un objeto golpee la Tierra y su potencial impacto destructivo.
Al principio encontró resistencia por parte de algunos astrónomos que lo consideraban demasiado simplista, pero Binzel perseveró. Sostuvo que la escala proporcionaría información crucial tanto a los científicos como al público de una manera fácilmente comprensible. Hoy en día, la escala de Turín es universalmente reconocida como el método de referencia para comunicar los niveles de amenaza de asteroides.
Las verdaderas probabilidades de un impacto:
Si bien los titulares ocasionalmente anuncian peligros potenciales de asteroides, Binzel enfatiza que estamos lejos de sentirnos abrumados por las rocas espaciales. Él compara el riesgo mínimo con terremotos menores: eventos que pueden sacudir las cosas a nivel local pero que no representan una amenaza importante para la civilización.
“La gran mayoría de los objetos descubiertos resultarán no ser peligrosos”, explica. “O seguirán adelante con seguridad o obtendremos suficientes datos para descartarlos por completo”. La tasa de descubrimiento de OCT está aumentando rápidamente gracias a telescopios avanzados como el Vera C. Rubin y el Near-Earth Object (NEO) Surveyor, cuyo lanzamiento está previsto para pronto. Estos poderosos instrumentos reforzarán significativamente nuestra capacidad para identificar asteroides potencialmente peligrosos mucho antes de cualquier posible impacto.
DART: Un punto de inflexión:
El éxito de la misión Prueba de redirección de doble asteroide (DART) de la NASA en 2022, en la que una nave espacial chocó deliberadamente con un asteroide, alterando con éxito su trayectoria, representa un avance trascendental para la defensa planetaria. Demuestra la capacidad de la humanidad para intervenir directamente y mitigar el riesgo que plantean los asteroides entrantes.
El imperativo moral:
A pesar de los tranquilizadores avances en nuestra comprensión y preparación, Binzel enfatiza que la complacencia no es una opción.
“Si mañana nos pillara desprevenidos una amenaza grave porque hace diez años no teníamos el telescopio adecuado, sería un fracaso épico de la ciencia”, afirma. Binzel insta a una inversión continua en estudios de asteroides y tecnologías de seguimiento como nuestra obligación moral de salvaguardar la Tierra de posibles peligros cósmicos.





























